Según el doctor Steven Craig, psicólogo clínico y terapeuta, autor del libro ‘Los seis esposos que todas las esposas deberían tener', en muchas culturas ancestrales se caracteriza al amor como un dios o una diosa. ¿Por qué? Porque nadie lo puede controlar.
Cuando amas, lo posees y no te puedes librar de él. Es como la gripe. Pero la respuesta a esta encrucijada es única: control; pero nadie sienta a un niño y le da un discurso sobre cómo debe controlarlo porque él es un hombre. Y ese es el mensaje que los hombres reciben. Las emociones son para las mujeres, ellos en cambio deben mantener el control a toda costa. Sin embargo, el amor hace que pierdan el control y se crea un conflicto y esa es la razón principal por la que los hombres le temen.
Una segunda razón por la que a los hombres les asusta el amor, según Craig, es porque destroza las emociones. "Los hombres no son criados con emoción ni tampoco reciben el conocimiento y el beneficio de la experiencia de los hombres más viejos y sabios. Las mujeres en cambio, generalmente son provistas de todo esto y por eso no tienen problema en discutir sus sentimientos entre ellas y se les da el beneficio de la experiencia de las mujeres mayores y sabias. Esto parecería ser un fenómeno que atraviesa la cultura así que ninguna raza, religión o filosofía debiera ser culpada por ello", señala el experto.
La sabiduría popular dice que "los hombres son mentales y las mujeres son emocionales", lo cual es realmente un exceso de simplificación según Craig porque los hombres sí tienen emociones, pero se les convence de que no deben demostrarlas ni permitir que tomen control de sus acciones.
"El amor es una de las emociones más fuertes, así que va a desatar un conflicto con aquel mandato masculino de saber mantenerse en control. Una relación que verdaderamente compromete las emociones de un hombre es un reto y causa temor. En realidad causa tanto temor que un hombre pudiera estar enamorado por algún tiempo antes de que se dé cuenta de ello y cuando eso sucede es como si le cayera una tonelada de ladrillos pues de pronto aparece esta fuerza inmensa y sin forma alguna le encarcela y esto inicia una pelea consigo mismo sobre qué respuesta dar al sentimiento", anota Steven Craig.
El temor es algo que se maneja pero no se supera y la pelea entre responder o no a ese sentimiento es algo que logra congelar la opción. Por ejemplo, si un hombre le teme al amor se dirá a sí mismo que debe continuar con una relación a pesar de que tiene miedo pues el amor logra pesar más que el temor. Eventualmente, el miedo desaparece de forma gradual. No es posible esperar a que el miedo se esfume mágicamente, es necesario retarle. La opción de pelear o no hacerlo finalmente hace que ese hombre luche contra el miedo.
"Cuando un hombre se siente abrumado por la emoción, muy frecuentemente desaparecerá del radar y se retirará a su cueva. Esto se debe a que instintivamente siente la necesidad de retirarse del fuego en busca de un antídoto que le calme el estrés que ha producido una relación. Puede hacer cualquier actividad para apagar ese fuego o sentarse en frente del televisor y mirar cualquier cosa que no tenga importancia. Estas acciones le quitan la presión y renuevan su habilidad para enfrentar el reto. Usando una analogía se pudiera decir que cuando de manejar emociones se trata, los hombres tienen que llenar una taza de café mientras que las mujeres tendrían que llenar una piscina olímpica. Una vez que la taza de café está llena tendrá que ser absorbida por la experiencia de vida de ese hombre y entonces él será capaz de ir en busca de algo más. Muchas mujeres que me consultan me han dicho que al comienzo todo era fantástico, se comunicaban regularmente con sus parejas, pasaban tiempo juntos, nada malo sucedía y, de pronto, ellos desaparecían del planeta ¿por qué? La respuesta es porque ellos necesitan procesar lo que les está pasando", dice el experto.
Según Craig, el codificar información sobre las relaciones es algo totalmente subconsciente para los hombres. Ellos, sin duda creen que si mantienen consciente su mente (que, además, siempre está ocupada), el subconsciente se hará cargo de todo lo demás. Las mujeres, en cambio, tienden a procesar la vida y a vivirla al mismo tiempo, en otras palabras, son multifacéticas. Esta condición femenina solamente vuelve más difíciles las cosas para que las mujeres logren entender por qué algo que les llega a ellas de manera tan natural parece imposible para ellos o al menos muy complicado. La única respuesta que el autor cree poder dar a las mujeres es que simplemente necesitan llenarse de paciencia.
¿Es esto justo? se preguntarán muchas de ellas. Puede ser que no, pero así hemos sido diseñados los seres humanos por el Creador y no hay más remedio que ajustarse a las realidades propias de cada género.
Tomado de: ElNuevoDia.com